Summer and your gut: how your balance changes when everything else does

Verano e intestino: cómo cambia tu equilibrio cuando todo lo demás también cambia

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Nunca somos exactamente los mismos — ni siquiera en el intestino.
Aunque solemos imaginar el microbiota intestinal como algo estable, una especie de “huella biológica” personal, lo cierto es que nuestro ecosistema intestinal es dinámico y cambia con las estaciones, igual que nosotros.

En verano, todo cambia: los ritmos, los hábitos, la alimentación, el clima.
Y con esos cambios, también se reorganiza el equilibrio del microbiota.
¿Pero en qué condiciones? ¿Y con qué consecuencias?


1. El microbiota se adapta a su entorno

Nuestro intestino alberga billones de microorganismos que interactúan continuamente con el entorno interno y externo.
Se alimentan de lo que comemos, reaccionan al estrés, al sueño, a los medicamentos — y, como confirma la investigación científica, también a los cambios estacionales.

Un estudio publicado en The ISME Journal en 2014, realizado con una comunidad rural de Hutteritas (con dieta estandarizada todo el año), demostró que la composición del microbiota intestinal variaba significativamente entre el verano y el invierno¹, a pesar de que la alimentación se mantenía constante.

Durante el verano, se observó una disminución de la diversidad microbiana intestinal, junto con un aumento de algunos grupos bacterianos (Firmicutes) y una reducción de otros, como los Bacteroidetes.
Esto sugiere que el clima, la exposición solar, la temperatura y quizá también los ritmos circadianos influyen directamente en el ecosistema intestinal.


2. El calor como factor de estrés intestinal

El verano no solo trae ligereza. También conlleva estrés ambiental, bajo formas como:

  • calor prolongado
  • deshidratación
  • cambios bruscos de temperatura
  • consumo de alimentos nuevos o más fermentables
  • agua no siempre controlada (especialmente al viajar)
  • y alteraciones del ritmo sueño-vigilia

Todo esto puede provocar:

  • aumento de la permeabilidad intestinal (“leaky gut”), por estrés oxidativo
  • alteraciones en la producción de ácidos grasos de cadena corta (SCFA)
  • disbiosis transitoria, con desequilibrios inmunológicos y digestivos

No es de extrañar que muchas personas sufran hinchazón, tránsito alterado, digestiones lentas o intestino irritable en verano.
No es solo una cuestión de vacaciones: es una respuesta adaptativa al entorno cambiante.


3. Cambiamos en verano — y nuestro intestino también

No solo cambia el clima. En verano:

  • comemos de forma más irregular
  • aumentamos los azúcares simples (helados, fruta madura, bebidas azucaradas)
  • reducimos fibras fermentables (legumbres, verduras cocidas)
  • viajamos, bebemos agua diferente, dormimos menos

Esto modifica el “terreno” sobre el que se asienta el microbiota.
El resultado: un ecosistema intestinal que también cambia.

Y ahí es donde un buen soporte probiótico puede marcar la diferencia.


4. Probióticos en verano: un apoyo inteligente

Tomar un probiótico en verano no es solo un refuerzo.

Puede ayudar a:

  • mantener la diversidad microbiana en momentos de estrés ambiental
  • fortalecer la barrera intestinal, mejorando la producción de SCFA
  • reducir el riesgo de disbiosis transitoria
  • restablecer el equilibrio tras pequeños desajustes digestivos (cambios de agua, comidas nuevas, viajes...)

Pero no todos los probióticos son iguales.
Algunos contienen solo una o dos cepas aisladas.
Otros, como CDS22-formula, contienen una formulación clínicamente estudiada en su conjunto, con 8 cepas específicas, sinérgicas y altamente concentradas.

Es la Formulación De Simone, respaldada por más de 200 publicaciones científicas y 80 ensayos clínicos, incluidos contextos de inflamación intestinal, tránsito alterado y disbiosis.


5. Un verano en equilibrio empieza por dentro

El verano invita al movimiento, la libertad, la espontaneidad.
Pero también expone, cambia — y hace más vulnerable nuestro intestino.

Por eso, cuidar tu microbiota intestinal en verano no es algo accesorio:
es un gesto de inteligencia biológica.

Proteges tu piel con protector solar.
¿Y tu intestino? Protégelo también.


📝 Referencia

¹ Davenport ER et al., Seasonal variation in human gut microbiome composition, The ISME Journal, 2014. PMID: 24618913

 

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